viernes, 4 de noviembre de 2016

DESPUÉS NO DIGAS QUE NO TE AVISARON... (3)

Ya estamos a casi 6 meses de la asunción del nuevo gobierno nacional, provincial y municipal durante los cuales hemos asistido a la más brutal pérdida del poder adquisitivo de la mayoría trabajadora que se recuerde en la historia económica de nuestro país al comienzo de una gestión.
            Para los que siguen creyendo en las bondades del programa económico implementado por el Frente Cambiemos, les están estirando la esperanza para el “tercer semestre” (Carrió), o les piden “un changüín de un año” (Prat Gay) –previo a las próximas elecciones- para que las cosas mejoren. Porque “les hicieron creer que con un sueldo medio un empleado medio podía comprarse celulares, plasmas, autos o viajar al exterior” (González Fraga), situación calificada por Michetti (¡vicepresidenta de la Nación!) como una “mentira” y que “lo más difícil para nosotros es atravesar el momento en el cual salís del populismo y salís de la fantasía de una mentira importante y muy grande, de haberle dicho a la gente que podía vivir de esta forma eternamente porque tenemos recursos para eso” cuando “en realidad eran recursos de la emisión de dinero sin sustento”.
            ¿Cómo se puede calificar de “mentira” o de que “le hicieron creer” cuando en realidad lo pudieron hacer? Cualquier persona que no conoce los intríngulis políticos de nuestro país entendería que le están diciendo que lo perverso fue crearles una ilusión o una fantasía, cuando en realidad esos bienes fueron una realidad en los hogares de las familias argentinas.
            Y fíjense que hablan de los “sueldos medios” y de los “empleados medios” porque para ellos los pobres no cuentan en esta historia: en el fondo les molesta el ascenso social de las mayorías postergadas. ¿Cómo un pobre va a poder ir a veranear a los lugares que iban una minoría o van a disfrutar los partidos de fútbol en un plasma con alta definición o a gozar de las bondades comunicacionales de un 4 G? El Frente Cambiemos vino a poner las cosas en su lugar, a normalizar la economía, a concebir el trabajo como una dádiva y no un derecho humano, porque los bienes que hacen a una mejor calidad de vida “deben ser” para unos pocos privilegiados.
            Si algo tuvo el gobierno anterior fue la defensa casi obsesionada de las fuentes de  trabajo y el salario asociado a las mismas, lo que redundó en un círculo virtuoso de la economía a partir del fortalecimiento del mercado interno: mayor producción de las verdaderas generadoras de trabajo, las micro-pymes, mayor empleo, mayor consumo, mayor recaudación impositiva.

            Venir a poner las cosas en su lugar no ha sido más que:
  1. “Levantar el cepo en forma exitosa y sin consecuencias para la economía” cuando en realidad produjo una devaluación del 60%, al aumentar el tipo de cambio de 9 a 14,40 porque un sector concentrado de la economía veía cercenada su libertad de comprar libremente la ansiada moneda verde o de vender sus productos al exterior.
  2. Aumentar el precio del dólar lo que trajo aparejado un crecimiento de la inflación que se sumó a la que por expectativas ya había comenzado en noviembre y siguió en diciembre antes de la medida anunciada y ejecutada por el ministro Prat Gay, a pesar de que el mismo funcionario había dicho que ya la economía estaba indexada al precio que se conseguía en el mercado libre y que no iba a producir consecuencias en los precios.
  3. Pagarle a los Fondos Buitres 12 mil millones de dólares con la toma de deuda de 18 mil millones con el discurso de las bondades de nuestro país (baja desocupación, baja pobreza, seguridad jurídica, entre otras), que se contradice con el discurso hacia adentro de “la herencia recibida” con la que se machaca a diario, fue el inicio de una escalada de endeudamiento que comienza el gobierno actual con la panacea de que la inversión externa generará una lluvia de dólares que harán aumentar la producción y rentabilidad de los inversores y que eso derramará trabajo y salario entre los argentinos. No dejemos de ver que históricamente el endeudamiento estuvo asociado a la fuga de capitales y, sino, analicemos que las reservas ahora han aumentado en un nivel inferior al aumento de la deuda ¿dónde está el resto?: “se fue, se evaporó, no está” como decían en la época del corralito.
  4. Quitar las Retenciones (al sector agroexportador, a un sector industrial, a las mineras) y aumentar las tarifas, lo que vino a concretar una formidable transferencia de fondos de la mayoría trabajadora hacia el sector de mayores ingresos, se lo mire por donde se lo mire. Las medidas cautelares a través de las acciones de amparo presentadas, proliferan por todo el país, generando un cuadro de judicialización de cuestiones económicas que debe resolver la política nacional.
  5. Atrasar las paritarias y los aumentos a jubilados, con porcentajes que no compensan la inflación: la pérdida del poder real del salario ha caído como premisa de este plan que es generar un contexto de bajos salarios para ser atractivo al capital inversor.
  6. Exponer la inmoralidad de los funcionarios: el modus operandi de la mitad del gabinete nacional, con sociedades off shore en paraísos fiscales para, o evadir o lavar activos (¿hay otra alternativa?), a los que se pretende motivar con un blanqueo de capitales -al menos, vergonzoso-, fue escándalo mundial con renuncias o expulsiones de funcionarios encumbrados en gobiernos europeos, pero pasa casi desapercibida en nuestro país, asociándolo a un tema de legalidad y de necesidad que ¿tenían? los empresarios para preservar sus riquezas por los controles que realizaba el Estado Nacional anteriormente. A esto se le suma la tercera declaración jurada de sus bienes que ha presentado el presidente de la nación, con un incremento del 108% respecto de la anterior que motivó una presentación penal por supuesto enriquecimiento ilícito: al menos, debería explicarle a la sociedad cómo es que aumentó su patrimonio y cómo es que tiene 18 millones de pesos en Bahamas, cuando nos enteramos de esto fortuitamente por una filtración de documentación de un estudio jurídico de Panamá. Pedir que los que se llevaron el dinero afuera sin pagar impuestos lo traigan al país está disociado con su ejemplo.
  7. Ocultar información: que no se sepa ni se hable demasiado de estas cosas no podría lograrse sin el apoyo incondicional y manifiesto de la poderosa empresa de comunicación concentrada de nuestro país, a quien se le derogó la ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales porque, entre otras cosas, les implicaba una adecuación económica antimonopólica. La derecha sabe que sólo con el apoyo de los grandes grupos económicos, del aparato judicial y de las empresas de comunicación, podrá organizar una realidad simbólica que penetre en los hogares argentinos y que sea contraria a los intereses de la mayoría. Pretende, así, garantizarse el no regreso de gobiernos afines a los intereses de los trabajadores.
  8. Complicar las variables económicas. Estamos asistiendo a un panorama económico complicado y preocupante, cuyo programa aún no ha sido explicitado por el gobierno nacional pero sobre el cual estamos descubriendo algunas pistas: están disminuyendo la inversión social del Estado junto con los ingresos que producían una cierta distribución; están desarticulando los controles del Estado en materia de libertades económicas, propiciando la desregulación en áreas sensibles como la producción de alimentos, la entrada y salida de capitales o el sistema financiero en sí; están desarticulando el mercado interno de consumo, situación que se profundiza con el ingreso de bienes importados producidos en el país; consideran el salario como un costo y están bajándolo en términos de dólar para lograr un contexto más atractivo para las inversiones; están “devolviendo” rentabilidad a los grupos concentrados de la economía, sobre todo al sistema financiero al cual premian con tasas de intereses exorbitantes y que afectan al común de los mortales; están propiciando la flexibilización laboral para disciplinar a los trabajadores imponiendo una situación de debilidad a la hora de negociar condiciones laborales.

  1. Esto lo estamos viendo pero ¿qué es lo que se viene? ¿hacia dónde vamos? Creo que la historia los condena: vamos a transitar los caminos que conducen a un aumento en los niveles de desocupación, un incremento de la pobreza y la indigencia, una pérdida creciente del poder adquisitivo, una economía de mayor recesión,  una apertura indiscriminada de la economía, una liberalización de las condiciones que se le imponen a la inversión, una integración con EEUU y Europa, en definitiva, caminos que sirven para favorecer la renta del capital en desmedro del trabajo.
  2. ¿Es posible un cambio real? Los sectores populares resistirán con organización y lucha en las calles, porque saben que no le hicieron creer nada, que vivieron años de una mejor calidad de vida familiar con ascenso social real y quieren volver a ese punto de partida para seguir avanzando. Ellos marcarán el camino a seguir porque no comulgan con el verso de que “no lo merecíamos”, “vivíamos en una burbuja”, “fue una fiesta que hay que pagar”, sino que saben que las políticas públicas son las que definen el tipo de sociedad y de país que queremos. Y esas políticas no pueden ser para un sector selecto de la comunidad que no las necesitan porque pueden por sí solos desarrollarse, sino que deben ser orientadas con prioridad hacia quienes padecen la irresponsable y moralmente condenable acción del capital, beneficiado por un Estado administrado por sus propios dueños e insaciable a la hora de fijar su rentabilidad, y a la hora de establecer una distribución de los ingresos justa y equitativa.


            Lo que es hora de entender es que estas políticas económicas van a tener consecuencias indescifrables sobre las mayorías asalariadas, en términos económicos y culturales. Cada día que pasa sin que nos demos cuenta, hará más difícil la recomposición de las cosas o el intentar reivindicaciones…después no digas que no te avisaron


Walter Rezzuti.
Domingo 29 de mayo de 2016


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